El trágico vuelo de un avión sanitario contiene un trasfondo que permite hablar de milagro, al menos para la familia del paciente que la nave transportaba desde Buenos Aires hacia Río Grande.
Es que el pequeño pasajero que regresaba con sus padres después de recibir atención en la Capital Federal había descendido de la nave pocos minutos antes del trágico despegue.
El paciente, un bebé de 5 meses de edad, presentó una enfermedad respiratoria (con diagnóstico presunto de botulismo) por la cual había sido derivada dos semanas atrás y regresaba al lugar de origen, una clínica privada local, donde fue internado nuevamente por retornar intervenido con asistencia mecánica respiratoria.
El avión, un Leat Jet con capacidad para 7 pasajeros, permaneció en pista breves minutos, suficientes para repostar combustible e inició el despegue con destino previsto en el aeropuerto bonaerense de San Fernando.
Desgraciadamente, no pudo volar más que unos 500 metros. Al instante de separarse de la pista sufrió un desperfecto (deberán determinarlo con precisión los peritos) y se precipitó a tierra, terminando su recorrido contra un cerco de madera, en terrenos de la Base Aeronaval.
A bordo iban los dos pilotos (ambos experimentados, según se informó), una médica y un enfermero que perecieron en el acto.
En tanto, el bebé, su madre y su padre (integrante de las fuerzas armadas) permanecen contenidos en el establecimiento sanitario donde están siendo atendidos.
La investigación acerca del accidente queda a cargo del Equipo de Trabajo de Investigación de Campo (ETIC) de la Junta de Seguridad en el Transporte (JST. La causa está a cargo de la Juez Federal Mariel Ester Borruto.