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26 julio, 2024

El lamentable desempeño de la oposición en las elecciones fueguinas

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Los principales apuntados son Héctor Tito Steffani y Paulino Rossi del PRO y Pablo Blanco y Federico Frigerio de Juntos por el Cambio. Ambas fórmulas fueron arrasadas en las urnas. La otra gran perdedora fue la Diputada Rosana Bertone que no alcanzó el piso mínimo para disputar una banca en la Legislatura.

Las elecciones fueguinas del pasado 14 de mayo dejaron grandes perdedores entre distintas fuerzas políticas que a priori esperaban posicionarse de mejor manera de cara a las discusiones de los próximos años.

En la carrera por la gobernación, el histórico resultado obtenido por el Gobernador Melella relegó a la oposición a tal lugar de intrascendencia que comienzan a sonar los pedidos de retiro de dirigentes históricos que acentuaron su decadencia. 

Los primeros apuntados son Héctor Tito Steffani y Paulino Rossi, candidatos del PRO que apenas obtuvieron el 11% de los votos, a más de 40 puntos del ganador. Una derrota aplastante que los deja en un lugar muy difícil hacia el futuro. Centraron su campaña en mensajes negativos contra el oficialismo con argumentos que ellos mismos nunca pudieron defender. Tampoco pudieron capitalizar el descontento por la situación económica a nivel nacional. 

La situación de Juntos por el Cambio fue aún peor. Relegados al cuarto lugar con la mitad de votos que el PRO intentaron proponer una renovación con nada más y nada menos que Pablo Blanco, dirigente radical que es figura repetida desde hace décadas. La elección de Federico Frigerio como vice fue un intento desesperado de lavado de cara que no funcionó, no convenció y no prosperó.

En el estamento legislativo la derrota más resonante fue la de la ex Gobernadora y actual Diputada Nacional Rosana Bertone, quien no alcanzó el piso mínimo de votos para ingresar en el reparto de bancas. La dirigente peronista viene en una marcada caída tanto dentro de la discusión política como dentro de las preferencias del electorado. Su peso dentro del partido ya es insignificante y será muy difícil que vuelva a ocupar cargos públicos de relevancia.

Finalmente, partidos pequeños que siempre lograban cerrar buenos acuerdos para ocupar cargos y candidaturas esta vez mordieron más de lo que podían masticar. Envalentonados por supuestos trabajos territoriales al que se dedicaron los últimos años, decidieron presentarse en soledad y se encontraron con la triste realidad de que su base electoral es de apenas algo más que mil votos.

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